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Espiral del Mar

Paz Grau Arcís

Psicóloga
Cómo cuidar tu relación de pareja

Cómo cuidar tu relación de pareja

¿Qué vas a encontrar en este post?

Todos anhelamos caminar la vida acompañados.

Cuando éramos niños nuestro mayor deseo era estar con mamá, sentir su calidez, su abrazo y tener su amor.

En la edad adulta deseamos tener a nuestro lado una persona con la que sentir esa calidez, alguien a quien amar y que nos haga sentir amados, una relación de pareja en quien sentir ese amor y cuidado.

Si miras las diferentes etapas de tu vida: tu infancia, tu adolescencia, tu juventud, tu llegada a la edad adulta…

¿Cómo ha sido para ti buscar, encontrar y mantener una relación de pareja? 

¿Cuántos pensamientos le has dedicado? 

¿Cuánta felicidad? 

¿Cuánta tristeza? 

La relación de pareja es uno de los grandes temas en la vida de una persona.

En el post de hoy, te cuento qué aspectos de la pareja puedes cuidar, para que esta os aporte la calidez y el bienestar que deseáis. Además, irás encontrando preguntas, que te ayudarán a reflexionar acerca de qué áreas de tu relación de pareja están sanas y cuáles necesitan más mimo.

Amor. La tierra fértil sobre la que crece la pareja.

Y es que, sin amor no hay pareja. Resulta obvio, ¿verdad? Sin embargo, no siempre es tan fácil de ver.

Muchas de las personas que vienen a terapia y que llevan muchos años en pareja, cuando les pregunto ‘¿Amas a tu pareja?’, se quedan mirándome y pensando para poderme contestar. Y cuando lo hacen, su respuesta suele ser que no saben si aman a su pareja, que llevan muchos años juntos y le tienen afecto. Pero que no saben si eso que sienten ahora es amor.

Así que esta la primera pregunta que te hago:

¿Amas a tu pareja?

Si la respuesta es que sí, sin ninguna duda, sin ningún titubeo, y si además te sientes amada o amado incondicionalmente por tu pareja, ¡estupendo! Tenéis entonces mucho trabajo avanzado a la hora de cuidar vuestra relación.

No lo sabes

Si por el contrario tu respuesta es que ‘no lo sabes’, entonces te queda por delante un camino largo para averiguarlo.

Muchas veces, lo que les ocurre a las parejas, es que después de muchos años juntos y de la crianza de los hijos, no han mantenido el fuego que les unía como pareja.

Eso no significa que no esté en su interior y que no pueda ser reavivado, sino que ha estado tan olvidado durante tantos años, que ya apenas sienten su calidez. Cuando esto ocurre, la terapia es un recurso importante para explorar lo que te ocurre y, de este modo, saber qué te ocurre y qué necesitas en estos momentos de tu vida.

Pero, ¿qué es amar? ¿Cómo sé si amo a mi pareja?

Amar es sentir que tu corazón se expande al pensar en esa persona, al estar a su lado. Cuando amas deseas que al otro le vaya bien. Te alegras de verle feliz, y cuando le sientes triste o preocupado, también tú te sientes en parte así.

Cuando amas a alguien, le miras, ves todo lo que es, con todas sus características, y le amas ‘con todo el pack’, sin excluir nada, sin querer cambiar nada. Con todo lo que esa persona es.

Y al amar a la otra persona, al sentir tu amor hacia ella, tú también te llenas de amor, y entonces estás en la vida de una forma amorosa. Para ello, necesitas sentirte también amado por la otra persona tal y como tú la amas. De modo…

Que haya un equilibrio entre el dar y el recibir amor

Eso no significa que no surjan diferencias sobre cómo abordar las cuestiones del día a día, o que a veces lo que te dice tu pareja no te hiera, o que no le hieras tú con alguna decisión, o con lo que haces o lo que dejas de hacer. Significa que, a pesar de las dificultades, os amáis. Que os amáis incluso con vuestras dificultades, que las veis y cada día os elegís como pareja y sentís que es la relación en la que queréis estar.

Encuentros sexuales amorosos: el fuego que da calidez a la relación
Sexualidad en la pareja

A lo largo de la vida, las parejas suelen tener muchos altibajos en sus relaciones sexuales. En ocasiones, vienen de la mano de las diferentes etapas del ciclo vital. Así, por ejemplo, durante el embarazo el padre, a veces, tiene miedo de hacerle daño al bebé, o la madre se siente incómoda o poco atractiva. O en el postparto tiene miedo por el dolor de la episotomía, si al nacer el bebé le hicieron esta intervención. O durante la infancia, la madre y el padre están tan inmersos en la crianza de sus hijos, que no encuentran espacios ni momentos para poder estar en intimidad, para cultivar la confianza, para cuidar su vínculo.

Muchas veces socialmente se achaca a que ‘las mujeres tenemos menos deseo sexual que los hombres’. Yo no creo que esto sea cierto.

La sexualidad es un instinto,

y si sabemos cultivarlo,

la mujer puede tener relaciones sexuales muy placenteras

durante toda su vida.

Cultivar el deseo

Entonces, ¿qué puedes hacer si en estos momentos no hay deseo sexual entre vosotros? Estas son algunas propuestas que puedes introducir en tu día a día y, si te apetece, puedes proponérselo también a tu pareja:

  1. Busca espacios para entrar en intimidad contigo mismo. Escucha qué necesitas, busca momentos de descanso, de placer. Reflexiona acerca de cómo te va la vida, qué quieres cambiar, qué deseas mantener.
  2. Cultiva tu deseo sexual, tu erotismo. Cuídate, haz deporte, vístete de forma que te sientas guapa o guapo. Despierta tu parte erótica. Medita sintiendo cómo asciende la energía sexual desde la Tierra, por los genitales y hasta la parte superior de la cabeza.
  3. Cuida los espacios de intimidad y comunicación con tu pareja, en los que compartir lo descubierto en el espacio de intimidad individual.

Cuando la pareja va cultivando su erotismo, su deseo sexual y su intimidad, une sus corazones, y como fruto de ello, se une en un ritual sexual sagrado, en el cual ‘hacen el amor’, como fusión entre dos personas, con un ‘me entrego a ti y al mismo tiempo te recibo’.

Es muy diferente ‘follar’ a ‘hacer el amor’,

y un paso más allá es ‘hacer el amor,

con la conciencia de que estoy haciendo algo sagrado,

algo que puedo cuidar con todo mimo,

donde mi pareja y yo, nos unimos

para ser una única persona’.

El hombre penetra y la mujer recibe

Tal y como afirma Albert Rams, para que haya ese cuidado, es muy importante tener en cuenta que el hombre penetra y la mujer recibe, y que a la hora de penetrar, hay que ser muy suave y hacerlo con mucho mimo, ya que la mujer abre su espacio más sagrado para recibirle. Por ello, el tiempo dedicado a las caricias, los besos y los juegos amorosos previos a la penetración, son muy importantes.

La penetración solo será placentera, cuando la mujer se siente totalmente húmeda y abierta para recibir a su pareja, por lo que es fundamental que busquen modos de hablar sobre ello, de expresarlo, bien con palabras, bien a través de gestos o del propio ‘juego sensual’.

El hombre enciende su energía sexual rápido y la mujer la va caldeando poco a poco

También es importante tener en cuenta que, habitualmente, el hombre tienen una energía sexual más rápida, ‘entran en calor’ muy rápido y suelen estar preparados para la penetración casi desde el principio del juego erótico, y la mujer necesita ir caldeándose poco a poco, y además suele necesitar empezar el juego erótico mostrándose uno a otro el amor: con caricias, con besos, con mimos, con masajes.

La respiración

Además, a través de la respiración acompasada entre los dos, la pareja puede prolongar el tiempo de hacer el amor, sin llegar al orgasmo. De modo que la sexualidad, más que una simple descarga del impulso sexual, es un encuentro entre dos personas que se aman y culminan su amor a través de ese encuentro.

La importancia de permitirse explorar

Otro aspecto importante, es permitirse explorar: diferentes posturas, diferentes tempos (mucha lentitud, más rapidez), y que cada uno sienta que necesita (incluso si alguno siente que necesita parar, o que necesita realizar el juego erótico, pero sin que haya penetración, o poder jugar y después decidir si habrá penetración o no, sintiéndose libre de poder elegir que no, sin que la otra persona presione o se sienta rechazada).

Admiración mutua: aire fresco para la pareja

¿Qué se le da bien a tu pareja?

¿Qué te gustó de él o de ella cuando os conocisteis?

¿Qué es lo que más te atrae?

¿Sientes que te admira, al menos, en algún ámbito de tu vida?

Cuando sentimos admiración por nuestra pareja, sentimos una especie de magnetismo hacia ella, algo nos atrae de su forma de ser. Nos sentimos orgullosos de que esté a nuestro lado y de ser su pareja.

Por el contrario, cuando una persona no siente esa admiración por su pareja, es habitual que dude de si realmente es el amor de su vida, como si algo le faltara. Al mismo tiempo, la persona que no se siente admirada, siente tristeza, como un vacío, como que hay algo que no le puede dar a su pareja, como si él o ella no fuera suficiente para la otra persona.

Os animo a ‘jugar’ a poneros uno frente a otro, mirándoos a los ojos, e ir dándoos las gracias alternativamente por cosas que hacéis uno por el otro y que os van bien.

Pueden ser cosas muy sencillas, como no saltar ante una mala contestación que le hayas dado, comprender con una sola mirada cómo llegabas a casa, etc.

¡También se puede introducir con vuestros hijos, hacer una rueda para daros las gracias por lo que recibís en el día a día!

Bailar la danza que va de la fusión al distanciamiento

Las parejas con una relación sana y amorosa compaginan momentos y espacios en los cuales se sienten fusionados, sienten que son un único ser, con los momentos en que están más distanciados, cada uno en lo suyo, aun compartiendo los mismos espacios.

Para poder hacerlo es necesario buscar y crear en su día a día, momentos en los que conectar los dos, con la mirada, con el corazón. Y después, tener cada uno espacios propios, tanto dentro del propio hogar como fuera de él.

A menudo deseamos,

y al mismo tiempo tememos,

fusionarnos con nuestra pareja.

El deseo de fusión

El anhelo de la fusión tiene su origen en la etapa en que éramos bebés y estábamos fusionados con nuestra madre, sentimos el deseo de volver a sentir esa sensación de placidez, donde todo estaba cubierto.

El miedo a la fusión

Y al mismo tiempo, podemos sentir mucho miedo a fusionarnos, a entregarnos, a amar abriendo todo nuestro corazón, ya que para hacerlo, necesitamos bajar todas nuestras defensas, derrumbar los muros que a lo largo de la vida hemos ido construyendo para que los demás no vean nuestra fragilidad, nuestra necesidad de ser amados.

Tenemos miedo a que, si demostramos que amamos a la otra persona, esta se aproveche de ello, que nos haga daño. Sentimos que, si amamos con total entrega, quedamos en las manos de la otra persona. Y esta entonces nos puede causar el peor de los daños: abandonarnos.

El miedo al abandono está muy arraigado en las personas, todos hemos sentido que de algún modo, nuestro padre y nuestra madre no nos dieron todo lo que necesitábamos. Todos sentimos que, en cierta manera, hemos sido abandonados. Y a lo largo de nuestra vida, seguimos sintiendo ese miedo en cada una de nuestras relaciones.

 

Intimidad: momentos de fusión
Abrir los espacios internos a la pareja

Significa COMPARTIR-TE, compartir a ti, tu espacio, tu tiempo, tu afecto, tu intimidad, quién eres. Eso es compartir. Compartir tus momentos de fragilidad, de dolor, tus momentos de alegría.

Es abrir la puerta de tu corazón para que la otra persona pueda ver los rincones, los colores, las texturas y los aromas de tu mundo interior.

Significa saber esperar a que la otra persona abra su corazón y entrar con tanto mimo y tanto cuidado, sintiendo el privilegio que es entrar, justo ahí, en lo más sagrado que tiene: en su corazón.

Para poder hacerlo, primero tiene que haber intimidad contigo mismo.

Intimidad también significa estar tiempo en contacto físico uno con el otro, piel con piel. Con las manos entrelazadas, jugar con las manos, en el sofá, apoyándose uno en el otro, en la cama, abrazados, pegados, y mucho mejor si es piel con piel.

¿Por qué insisto en el ‘piel con piel’?

Porque es cuando realmente conectáis uno con el otro, 

sin telas que eviten el contacto real.

Ser pareja además de ser padres

¿Cómo erais antes de ser padres?

¿Cómo era vuestra relación?

¿Qué hacíais juntos?

¿Cómo era vuestro tiempo de ocio?

¿Cómo ha cambiado todo eso a partir del nacimiento de vuestro primer hijo?  

Esa es la cuestión. Con la llegada del primer hijo, se acabaron los momentos de simplemente estar en el sofá juntos, pegados uno al otro. De despertarse en la cama y poder remolonear juntos, piel con piel. De sexo cuando surgiera.

Ahora llega el fin del día, y da igual que sea sábado que lunes, tenéis unas ganas de meteros en la cama que no podéis más. Pero no para hacer el amor, no. ¡Para dormir al menos unas cuantas horas! Pasa el tiempo, y la relación se va enfriando.

¿Cómo hacer para poder ser pareja, además de padres?

Es obvio que necesitaréis organizar los tiempos para que también el tiempo de pareja sea importante. Tendréis que ponerlo como una prioridad: disponer todas las semanas de un tiempo para vosotros solos, aunque tengáis que pedir la colaboración de familiares que estén con vuestros hijos un tiempo, si es posible. Al hacerlo, no solo estaréis cuidándoos a vosotros, estaréis también cuidando a vuestra pequeña familia, la que habéis creado los dos.

Espacios y tiempos en común, vividos con presencia
Edad adulta

Con esto, me refiero a que es importante compartir nuestra vida con las personas a las que amamos, con nuestra familia, ¿no? Si no, ¿para qué la hemos creado?

¿Cuánto tiempo compartes con tu pareja y vuestros hijos? 

¿Son momentos que os nutren? 

¿Hacéis cosas bonitas juntos? 

Con ello me refiero a tener momentos en los cuales simplemente estáis en la Naturaleza y jugáis juntos, os tumbáis al sol, jugáis con una pelota, os reís… 

Estos son los momentos realmente importantes en la vida. Estas pequeñas cosas sencillas.

Momentos en los que no existe el whatsapp, ni el móvil, sino el puro placer de estar juntos.

Sé que aquí he puesto el compartir espacios en familia. También de ello se nutre la pareja, de sentir que juntos han creado una familia en el que las cosas son fáciles, en donde el amor que sentís unos por otros, fluye y se puede dar y recibir sin miedos.

Cuidar y nutrir el sueño compartido

El proyecto es el sueño que comparten ambos miembros de la pareja, eso que quieren conseguir en la vida.

Tal vez sea el tener una casa con jardín, o ver a sus hijos crecer y un día que os hagan abuelos, o tal vez es poderles dar unos estudios, o que lleven la empresa familiar, o simplemente que crezcan felices.

El proyecto compartido es lo que hace que la pareja esté ilusionada por un futuro, que sienta que tiene futuro, una meta que conseguir juntos.

Para cuidarlo y nutrirlo, el primer paso es que ambos compartan el mismo proyecto. Que hablen sobre él, que aporten ideas, que digan cómo quieren que sea, cómo no. Y muchas veces, lo que he aprendido, es que este acaba siendo también un sueño de los hijos, un sueño familiar compartido.

Sanar las heridas de la infancia para que no afecten a la pareja
Todos tenemos heridas de nuestra infancia

Todos, absolutamente todos, tenemos heridas de nuestra infancia. Muchas están guardadas en nuestro inconsciente, no nos damos cuenta de que las tenemos y, sin embargo, son las que gobiernan cómo nos sentimos, cómo interpretamos la realidad y qué decisiones tomamos en nuestro día a día.

Las principales tienen que ver con papá y mamá

Algunas de las principales heridas tienen que ver con nuestro padre y nuestra madre, con quiénes son, cómo son, cómo nos han criado, si fueron sensibles con lo que necesitábamos cuando éramos niños: cuidados físicos, de alimentación y nutrición, de protección y seguridad, de amor, cuidados emocionales. Con las veces que nos sentimos solos, abandonados, no vistos o incluso no respetados respecto a lo que queríamos o no queríamos.

Nuestras heridas marcan cómo entendemos la vida

Todo ello influye en cómo entendemos que es ser mujer, hombre, madre, padre, cómo es ser pareja. También influye en qué me duele de ti, cuándo me siento abandonado, qué te pido que hagas por mí, qué estoy dispuesto a dar, qué no. Muchas veces realizar un proceso terapéutico es la única opción para ver todas las heridas y sanarlas.

Espero que hayas disfrutado con el post, que te haya aportado ideas sobre cómo cuidar tu relación de pareja, sobre qué aspectos ya estáis cuidando, y cuáles son los que necesitas cuidar más.

Si quiere aprender más sobre cómo cuidar tu pareja, puedes leer el post ¿Está en crisis tu relación de pareja

Si además de lo que te cuento aquí, consideras que ha llegado el momento de introducir cambios en tu relación de pareja, y quieres que te ayude, aquí tienes más información sobre cómo son las sesiones de terapia.

¡Gracias por compartir!