El patio era el lugar de la casa de nuestras abuelas
en el que crecían las plantas,
amorosamente cuidadas por ellas.

Allí jugábamos en libertad,
con agua, tierra, cazuelas viejas,
subíamos a la 'pallissa'(el pajar),
sin importar demasiado si nos ensuciábamos o no.

En verano, cuando menguaba el calor,
las abuelas salían al patio
y se sentaban en su silla baja de esparto,
para coser, tejer, mientras miraban a sus nietos jugar,
o mientras charlaban con sus hermanas, amigas, vecinas.

En el patio olía a flores, a familia, a hogar.