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Espiral del Mar

Paz Grau Arcís

Psicóloga
Miedo

La Dignidad del Miedo

¿Qué vas a encontrar en este post?

¿Qué te asusta en tu vida? ¿A qué tienes miedo? ¿Qué es eso que tanto temes que suceda? Tal vez estar enfermo, tal vez la muerte, tal vez que te despidan, quedarte sin dinero o tal vez que un saltamontes te salte encima.

¿Y qué haces con ese miedo? ¿Lo escuchas? ¿Escuchas lo que intenta decirte o intentas apartarlo cada vez que aparece? ¿Haces como si no existiera?

Qué es el miedo

El miedo es esa sensación de angustia, de desazón que todos hemos experimentado alguna vez. Aparece cuando percibimos que una situación es amenazante para nosotros y que no tenemos los recursos necesarios para hacerle frente.

El miedo es una señal de alarma que nos indica que hay un peligro. Lo que ocurre es que muchas veces hemos aprendido a no hacer caso de esa señal, sobre todo si en algún momento de nuestra vida se nos ha tachado de miedosos o no se nos ha hecho caso cuando hemos estado asustados.

La dignidad del miedo: aprovechar el miedo para crecer

Volver a conectar con el miedo es conectar con nuestra propia sabiduría interna y nos proporciona grandes oportunidades para nuestro crecimiento personal.

¿Cómo aprovechar el miedo para crecer? Aquí tienes varias propuestas:

  • Ante una situación que te dé miedo, pregúntate: “¿Qué recursos necesitas para hacer frente a ese miedo?”. Tal vez te des cuenta de que en realidad ya cuenta con esos recursos y no los estás poniendo en práctica, o tal vez descubras qué habilidades necesitas desarrollar y cómo hacerlo.
  • Ante lo que te da miedo pregúntate qué es exactamente lo que te da miedo de esa situación. Analízalo detalladamente. Después observa cuáles de esos aspectos tienes tú y cómo te llevas con ellos: si los aceptas, si no los aceptas, si los necesitas, si no. Por ejemplo, hace años tenía miedo a los pájaros. Temía su pico y sus garras. Con el tiempo aprendí que justo esas partes de su cuerpo son las que le sirven para defenderse y para atacar, y yo veía como negativo el defenderse o el atacar, cualidad que tan necesaria nos resulta para poner límites, por ejemplo, frente a la agresión.
  • Dibujar nuestra parte miedosa o imaginarla como una imagen de nosotros mismos, que está a cierta distancia. Describirla con todo lujo de detalles. ¿Cómo es su postura corporal? ¿Cómo es su voz?. Mantener un diálogo con nuestra parte miedosa. Escucharla. ¿Qué nos está diciendo? Lo que nos dice siempre es por protegernos, siempre nos da información útil.

En lugar de considerarla una parte de nosotros inútil, y tratar de acallarla para que no moleste, escuchemos lo que dice, tomemos en cuenta en qué estado se encuentra. De este modo podemos ayudarle a equilibrar la relación recursos – amenaza, transformamos un lastre en un colaborador activo y vital. Integramos entonces nuestra parte miedosa y nuestra parte que confía en nuestros recursos para afrontar la situación.

(La información de esta publicación está basada en el capítulo “La dignidad del miedo” del libro “La Sabiduría de las Emociones” de Roberto Levy)

¡¡Os animo a contarnos cómo os ha ido con estas propuestas!!

Un abrazo,

Paz

¡Gracias por compartir!